Por: Daniel Samper Pizano.
Los beneficios a afrocolombianos podrían desatar una nueva forma de discriminación racial.
Daniel Samper acude a el caso de Martha Amor Olaya para hacer sonora su protesta, por lo que piensa, será una nueva forma de discriminación racial al encontrar que a esta afro-descendiente se le condena y se le excluye de algunos beneficios merecidos, por no ser lo suficientemente negra ante los ojos subjetivos de quienes frente a esta situación se vuelven jueces.
Esta vez hago referencia a la columna de Samper, uniéndome a su protesta por la aun latente discriminación a la cual son sometidos los afro-descendientes, no solo en Colombia, sino en todo el mundo, pues es un tema que muchos creen superado, pero que simplemente ha pasado a ser una costumbre casi imperceptible simplemente porque se trata con mayor hipocresía.
Antes a los afro-descendientes se les discriminaba y tachaba de frente, y se les cerraban todas las puertas y eran tratados como “negros”, convirtiéndose este adjetivo en la mas despectiva palabra para referirse a quienes tienen como único pecado el tener más melanocitos capaces de producir un pigmento oscuro llamado melanina, el cual, a diferencia de quienes nos creemos mejores por ser blancos, les proporciona mayor protección a los rayos del sol.
Quizás sea ese el motivo de que los discriminemos, pues encontramos en ellos una raza más fuerte y resistente. Pero lo que no vemos, es que en realidad somos la misma representación primate que ha evolucionado del chimpancé, y que simplemente se adaptó a los diferentes lugares donde ha habitado en el transcurso del tiempo, permitiendo que quienes habitaran en zonas de alta radiación UV desarrollasen una piel más oscura para protegerse.
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